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TEO PLANELL

Probablemente, este veinteañero se haya convertido en una de las mayores promesas de nuestra industria; y con “Aún no existía Beatrice” no hace más que probarlo. Parece que este EP ha sido todo un salto de fe. El madrileño se ha tirado a la piscina con un nuevo proyecto, con claras reminiscencias a Bon Iver, en el que ahonda en el folk.


Texto: Ángela Bellón

 

A lo largo de estos 5 tracks que componen el EP, Planell reflexiona acerca del amor y del crecimiento personal. ¿El punto de partida? Una novela de Herman Hesse, “Demian”, que trata sobre la culpa, la madurez y la iluminación. Todos estos temas ligados al proceso artístico. De este modo, nace un proyecto personal, mucho más introspectivo dando lugar a un EP mucho más lento y reposado. Una esencia que ya podíamos captar en sus singles que sirvieron de antesala: “Beatrice”, “Canción en Murcia” y “Abraxas”. Todas ellas comparten ese carácter intimista y minimalista.





Aunque ya desde sus primeros lanzamientos el madrileño optó por la experimentación y por no ceñirse a un sonido en particular, el artista sentía haber entrado en una espiral de crear por crear. En sus propias palabras: “Empecé a sacar música en el 2021 y me sumergí de cabeza en la espiral de la demencia de sacar temas solamente porque los hacía, como si sacar música fuese necesariamente ligado al legítimo y universal proceso creativo, dinámica que un buen día estalló en mi cara en forma de crisis personal/musical/profesional en la que me di cuenta de que necesitaba parar y reflexionar sobre los ritmos actuales a los que se acostumbra a los artistas en la era de la inmediatez digital, y sobre hasta qué punto quería yo ser parte de eso. Y sobre si habría una alternativa”.



Para esta nueva fase creativa, Planell ha sumado a su proyecto a nombres de la talla de Roy Borland, El Royale, Yero G y Azuleja. Así, casi como si de una boyband se tratase, optaron por llevar a cabo un encierro creativo para aislarse de la velocidad y los ritmos frenéticos que impregnan nuestra industria musical. En ese particular templo, el mundo parecía girar más despacio y así lo hicieron sus canciones. De este modo, tal y comentaba el propio artista, le ha permitido conectarse consigo mismo y plasmarlo en su arte. “Aún No Existía Beatrice” se ha convertido en la catarsis del propio creador. Un fenómeno que ha sido capaz de traspasar a aquel que se detiene a escucharlo.

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