Solo Ralphie Choo podía introducir su álbum debut de una manera animal, y lo digo en sentido literal. El artista adopta la forma de una gaviota, de la gaviota más libre, de Juan Salvador Gaviota.
Para empezar todo esto, él coge unas campanillas, de repente una especie de ritmo latino, le suma lo que podría ser una música de ascensor y unos cuantos instrumentos y de repente nos ha metido en un nuevo mundo. Y de una manera muy humilde, hace que todos quedemos a sus pies, sin entender realmente qué pasa por su cabeza, pero admirando que pase por el resultado que nos enseña.
Supernova es un viaje que, como pasajero, debo admitir que no comprendo al 100%, pero que disfruto como un niño pequeño; desde el despegue hasta las turbulencias. Recorres los tracks y aparecen sonidos que no sabes a qué asociar, lecciones sobre humildad y sueños y entornos sonoros que te hacen sentir en casa y en la mayor del las euforias que jamás puedas sentir dentro de tu cuerpo. La parte interesante de todo esto es que puedes pasar por todos estos escenario en tan solo una canción, por lo que perderte un segundo de estas puede significar perderte un destino completo en el trayecto, y la experiencia no sería lo mismo.
Otra de las cosas más bonitas del recorrido es lo personal e íntimo que se siente. Parece que Ralphie te da la mano y te va contando todo al oido, y aunque muchas veces no lo comprendas, entras al trapo y confías en su criterio, porque sabes que funciona. Y al parecer no somos los únicos que confían, sino que otros artistas de gran renombre en la escena musical a la que pertenece el mismo Ralphie Choo han hecho lo mismo. Paris Texas, Mori, Rusowsky, Mura masa, Abrir Hathi, Wet y Drummie son los acompañantes del compositor en este viaje, y si tenemos que juzgar por el resultado, parecen ser muy buenos copilotos. "Whipcream" es una de las canciones que más en bucle tengo de todo el disco, y más después de ver el videoclip que la acompaña, cuyo imaginario visual es una brutalidad.
El tema junto a Drummie también me parece especialmente interesante y no llego a entender por qué. La variedad de sonidos, la aurora que rodea el sonido. Solo sé que quiero una moto para trucarla y echar unos tangos, aunque no sepa hacer ninguna de esas dos cosas. Algo parecido debió sentir la gente de “A Colors Show”.
Intento establecer una comparación con estilos artísticos que ya conozco pero me resulta casi imposible. Cogería ingredientes del flamenco en música, le sumaría los efectos de la electrónica, la iluminación del expresionismo y el imaginario colectivo del surrealismo pictórico y finalmente seguiría las reglas del brutalismo arquitectónico. Y aún con todo esto, el resultado ni siquiera seria parecido.
Una vez escuchado el disco, me dispongo a leer las letras completas, y me doy cuenta de que la mitad de las veces no las he entendido del todo bien, pero me da igual. He entrado en un estado que me ha llegado a transmitir eso y más. El sonido establece una narrativa propia y parece que la música programática se individualiza, que cada uno de nosotros elegimos una imagen y la vemos en nuestra cabeza. Como dice una de las letras que sí he entendido a la primera, es como una “máxima conexión con los ángeles del cielo”.
Todo este viaje queda cerrado con “Metaverse”, un tema que en comparación con los demás del disco, encuentro bastante comprensible. Todo parece progresar y hay un punto de reflexión acerca de ello. El artista mismo lo dice en la letra “solo caminar”. Solo seguir y progresar de alguna manera.
Por lo que tengo entendido a nivel astrofísico, que no es mucho, las supernovas se producen cuando una estrella muere. Los astros explotan y producen un aura llena de color y materia en todo su alrededor. Para mí Ralphie Choo es una supernova al revés, un estrella que está naciendo pero que ya desde un principio está dejando la estela que vemos todos. Parecer ser que los viajes al espacio cada vez están más cerca, sobretodo cuando las estrellas como Ralphie bajan a la Tierra para vernos.
Texto: Adrián Cotillas
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