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ASÍ SE VE LA MÚSICA URBANA ESPAÑOLA

La estética es la rama de la filosofía que desarrolla la percepción de la belleza y el arte. En nuestro contexto, la estética son aquellos elementos que nos ayudan a reconocer a alguien o algo visualmente. Por ejemplo, gracias a la vestimenta podemos deducir o intuir qué música escucha alguien.


Texto: Noelia Fernández (@_nnoe_)

 

La estética es la rama de la filosofía que desarrolla la percepción de la belleza y el arte.  En nuestro contexto, la estética son aquellos elementos que nos ayudan a reconocer a alguien o algo visualmente. Por ejemplo, gracias a la vestimenta podemos deducir qué música escucha alguien. Más concretamente, si veo unos pantalones anchos acompañados de una camiseta de fútbol y unas zapatillas chunky, lo más probable es que esta persona esté relacionada con el mundo del streetwear, e indirectamente también con la escena urbana de la música española.


Hablar de la estética concreta de cualquier movimiento artístico es todo un reto, ya que, si bien es cierto que hay características comunes, cada artista intenta diferenciarse del resto y crea todo un mundo alrededor de su persona. Además, no solo hay que buscar cuáles son esas características comunes, sino, que no hay una voz cantante que diferencie lo que sí es urbano de lo que no, y dentro de esto tenemos variedad de formas de desarrollo de este concepto.


Un factor que me parece muy curioso es que, en la escena urbana española, encontramos una variedad infinita de formas de representar la misma estética, lo que se escucha paralelamente en la música. La estética que prima en este movimiento urbano se basa en ser un gánster, un “G”. Reforzado por el vocabulario con términos como “Josear” o “Flexear” (chulear, presumir), los “Racks” (dinero, billetes) o anglicismos varios para palabras cotidianas, esta estética es mucho más que la vestimenta. Lo importante en todo momento es recordar que la etiqueta “urbano”, no hace referencia solo al tipo de música sino a todo lo que hay alrededor de esta.


El vocabulario de un cantante va de la mano con la presencia de este en un escenario, con la actitud de su voz en las canciones y con su forma de mostrarse en redes públicamente, incluyendo en esto el contenido de YouTube. Algunos artistas intentan pasar más desapercibidos, como Diego900, quien centra la atención de sus perfiles en redes exclusivamente en la música, ni siquiera tiene videoclips de canciones, es solo música.


Con la popularización de las nuevas tecnologías, la forma de crear este tipo de contenido ha evolucionado de diferentes formas. Hace una década, los videoclips más populares eran producciones audiovisuales que necesitaban una gran inversión de recursos, se creaban universos enteros con una historia narrada por la canción. Lo más común en los lanzamientos de los últimos años son videoclips centrados en mostrar al cantante interpretando la canción. Esto hace que el artista se sienta más cercano a quien está viendo el video, ya que la forma de escuchar música más habitual es con auriculares, sin estar viendo al cantante, despersonalizando la música y separando al creador del contenido.


Este factor es muy común en aquellos que consumen música en plataformas como Spotify o SoundCloud, sin referencias visuales. Con esto, la información que obtenemos de los cantantes es a través de las portadas de los sencillos o álbumes. Mientras que algunos no le ponen cara a las voces que escuchan, muchos otros siguen a sus cantantes favoritos en redes sociales. Los artistas aprovechan esto y hacen promoción de los próximos lanzamientos por medio de redes. Una en concreto a destacar, que a la mínima que estés dentro de la música urbana conoces, es la hecha por Recycled J en 2017, para la canción Haz que valga la pena; subió una historia en Instagram llorando mientras le hablaba a una chica y acto seguido comenzaba el videoclip, mostrando que era todo mentira de una forma vacilona y ganándose el aplauso del público.


Esta inclusión de las redes sociales en la industria musical ha generado que se popularicen nuevos formatos audiovisuales. Por ejemplo, para buscar una gran exposición lo más “fácil” es buscar las visualizaciones en TikTok, subiendo 15 segundos de una canción y buscando que el audio se haga viral. De esta forma los artistas están muy en contacto con su comunidad de oyentes y pueden interactuar, haciendo que se sienta más cercano, más humilde, más real, alguien más allá de una voz.


Un recurso muy importante para sentir la cercanía de un cantante a su público son los conciertos y cómo se desenvuelve en el escenario. En los conciertos de rap o trap, por lo general, al ser canciones con letras tan densas, los artistas reproducen la canción (con letra y base) de fondo y cantan por encima de ella. Esto deja espacio a que los cantantes puedan interactuar con el público mientras interpretan, por ejemplo, apuntándoles con el micrófono para que canten y se sientan incluidos en el concierto.


Todos estos pequeños gestos son muy importantes para los artistas, una de las necesidades básicas para crecer en la industria es tener una comunidad de oyentes que sean fieles a tu música y a tu contenido. Esto genera grandes debates muchas veces, porque los cantantes pueden escuchar demasiado las demandas del público y buscar un sonido que le guste a todo el mundo para recibir escuchas o visitas, dejando de lado su identidad sonora personal.


Cuando esto pasa dentro de la música urbana, es muy criticado, ya que se genera un sentimiento negativo hacia el valor artístico de la música y surge la pregunta ¿Haces música por la música o por el dinero?  Actualmente es muy difícil y fácil que esto pase, dado que surgen nuevas tendencias estilísticas, que resultan muy llamativas, con las que los cantantes y productores quieren experimentar. El reto es llevar estos sonidos a estilos individuales, y conseguir una identidad diferenciada y reconocible.


Con el auge de los nuevos sonidos dentro del panorama urbano, encontramos estéticas que acompañan a estas sonoridades. La estética visual es un factor que complementa y acompaña a la música. Este tipo de estética es tan amplia que se forma a través de diferentes recursos como la vestimenta, las estrategias de marketing y su contenido en redes, su estilo al cantar o cómo defienden sus directos. Los artistas intentan diferenciarse del resto, cada uno tiene sus propias formas de expresarse acercándose a estilos o movimientos.


Por un lado, algunos artistas están poniendo el foco de sus proyectos en revivir y reivindicar el folklore de sus tierras. Muy recientemente lo vemos en las letras de Judeline, quien usa términos calés en sus canciones, y las acompaña con escenas de patios mozárabes. Hablando de reivindicar raíces es difícil no mencionar a Abhir, un “Pibe canario, de familia indú” (ABEL), quien habla de su diversidad cultural a través de la música en su disco BROWN BOY, 2023.



Siguiendo con la intención de traer de vuelta las raíces, se han creado nuevos estilos alrededor de antiguas modas. La estética kinki de los 2000 se ha comido la escena y nos enseña pantalones baggy con zapatillas enormes y mucha, mucha, mucha presencia de marcas. Si es que ya nos lo dice El Grecas: “La clave está en pensar como un rapero, y vestir como un tenista” (Florian Wirtz), queriendo mostrar que la música y la vestimenta van de la mano. Con la cantidad masiva de artistas que aspiran a estar en los grandes escenarios, se necesita mucho más que unas buenas letras, se necesita presencia, actitud, una estética que vaya acorde a lo que hablas. Este rapero en concreto suele salir a los directos enfundado en un chándal completo de alguna marca como Lacoste o Ralph Lauren, mostrando que aunque tenga dinero de sobra, esto no le ha cambiado y no olvida de dónde viene.


Si nos acercamos a un rap un poco menos crudo, con bases más trap y coloridas, entramos en una estética completamente diferente, más nueva y divertida. Aunque Mvrk no sigue esta forma de vestir, en su canción Si supieras, nos dice “no soy un fashion model, brother, soy más un hortera”. Y es que hay un nuevo gusto por lo que otras generaciones describirían como hortera. Es una forma de verse que nos lleva a la década de 2010, ya que no solo se aplica a la forma de vestir, sino también al contenido de redes, teniendo como representantes de esto al colectivo Disobey (Ynestrosa, cybernene, roomtrash y belial). El público recibe esto de una forma graciosa y los acompañan, adoptándoles como iconos, sacando la parte divertida y lúdica a experimentar con la ropa.



Por último, no podía no mencionar aquellas estéticas que son simplemente diferentes a lo que estamos acostumbrados. Estéticas divertidas, con imágenes llenas de Photoshop, figuras distorsionadas, con grandes simbolismos o simplemente delirantes, como sacadas de un sueño. Siendo icónicos en esto mencionamos a Ralphie choo, Rusowsky o Mori, reinventando los prejuicios hacia lo extraño en lo visual y creando sonidos vanguardísticos en sus canciones. Esto lo podemos ver muy bien reflejado en el videoclip de la colaboración entre Ralphie Choo y Rusowsky, GATA. En el video encontramos ese tono divertido de alejar las representaciones visuales de la realidad, nos enseña escenarios creados con un fondo verde en el que el mismo cantante, Ralphie, sujeta un ventilador mostrando que el viento que da en la cara de la motorista lo hace él.



Gracias a las redes sociales y las múltiples opciones de formatos audiovisuales que se pueden crear, la música ya no es solo música. Los cantantes ya no son solo cantantes, la industria les obliga a ser artistas 360. Para bien o para mal a los cantantes ya no les vale solo con sacar una canción, el público quiere más, quiere un videoclip, un disco, un audio de TikTok con el que hacer videos mostrando cómo esa canción les hace sentir. Y es que todos queremos ver a nuestros cantantes favoritos en persona, nos desplazamos a otras comunidades autónomas para asistir a un festival, verlos en directo y sentirnos en comunidad coreando las canciones que hemos convertido en himnos. La estética es importante porque en la era de lo visual no nos vale solo con escuchar una canción, queremos verla, sentirla y vivirla. Nos gusta ver cómo es quien pone voz a esas letras, cómo viste, cual es el trasfondo artístico detrás de una canción. La estética es aquello que nos ayuda a entender la música, a poder darle un contexto completo, es la experiencia que completa la banda sonora.


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